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El dinero no compra...

  • Foto del escritor: by Manu Paqué
    by Manu Paqué
  • 12 feb
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: hace 2 días



...Antes de quererlo todo, hagamos una pregunta con un par de bemoles:


¿Y si el verdadero lujo fuera elegir lo que realmente importa, en vez de quererlo todo?

Si la respuesta no tiene alma... quizá no lo necesitamos tanto como pensábamos.

Sirve más, un: ¿Para qué realmente lo quiero?



Vivimos en una sociedad que confunde abundancia con acumulación, éxito con ruido, y riqueza con cantidad. Y claro, ahí vamos todos, como ratones detrás del queso… sin darnos cuenta de que a veces el queso es plástico.

Tenerlo todo es una ilusión óptica, porque en cuanto lo tienes, aparece algo nuevo que te falta. Y vuelta a empezar mil veces.


¿Lo quieres todo? Cuidado…

Porque si tu único objetivo es tenerlo todo, te tengo una noticia incómoda: tenerlo todo nunca será suficiente. La trampa no está en la cantidad. Está en el “para qué”.

Vivimos en una era obsesiva, de “más”: más dinero, más éxito, más seguidores, más poder, más belleza, más velocidad. ¿Y sabes qué es lo más peligroso? Que ese “todo” nunca tiene fondo, es como beber agua salada: cuanto más tomas, más sed tienes. Y al final, te seca por dentro, una especie de maratón existencial sin línea de meta… donde te rompes las piernas y, encima, no te dan ni una medalla.

El problema no es desear abundancia —eso es sano, legítimo y necesario-, el problema es convertir la codicia en brújula y el ego en copiloto.


Si tu objetivo vital se reduce a tenerlo todo, lo llevas claro. Primero, porque “todo” es un concepto tan inflado como la burbuja inmobiliaria del 2008. Y segundo, porque ese “todo” es tan insaciable que, cuando lo alcanzas, ya ha mutado a otra cosa.


Pero te digo algo: si ese deseo no viene acompañado de propósito, conciencia y equilibrio, lo único que estarás acumulando es vacío. Vacío con vistas, sí, con muchas… pero vacío al fin y al cabo.


Porque el que lo quiere todo sin saber por qué…se convierte en esclavo de lo que aún no tiene, y prisionero de lo que ya consiguió.



(El Dinero no puede comprar modales, respeto, humildad , no compra amor, moral , personalidad, integridad ni sentido común).

-ManuPaqué-.



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