La FELICIDAD no es un punto de llegada...
- by Manu Paqué
- 23 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 jul

¿Como se apellida la Felicidad en vuestra opinión? ¿la habéis encontrado?
Muchas veces confundimos la felicidad con la alegría.
La Felicidad es un estado de bienestar, no es un momento de alegría o carcajada, es un estado de bienestar profundo, o el resultado de un cúmulo de circunstancias que nos aportan serenidad y plenitud.
También se dice que es una decisión, y sí, una muy, muy consciente, es casi un arte.
La alegría es temporal, una emoción súbita, es sólo un momento de júbilo, un estado pasajero de gozo. Una emoción que viene y se va, como un destello de júbilo que ilumina brevemente el rostro... pero no necesariamente el alma.
Ser feliz no implica vivir en un estado constante de euforia, la felicidad se manifiesta claramente en la propia vida, en nuestra paz, en la seguridad y el equilibrio. No es ir saltando por los pasillos del supermercado cantando villancicos en julio. La felicidad se manifiesta de forma serena, sutil.
¿Recordáis aquellas ocasiones, cuando éramos muy jóvenes y llegamos a pensar que esa sensación maravillosa de enamoramiento romántico cubriría todas nuestras necesidades? ¿O esas etapas en las que invertimos tiempo, energía, incluso salud, persiguiendo riquezas materiales, convencidos de que allí encontraríamos la felicidad definitiva?
Así innumerables ejemplos, ¿qué decís de esa aterradora obsesión por la belleza física?, por tener ese cuerpo perfecto, por querer la fama, el éxito, otros desean miles de “seguidores”. Hay quienes declaran: "Yo no deseo nada, sólo una buena salud", —lo cual no está nada mal— pero tampoco lo es todo. O más curioso aún, quienes no desean nada de de lo anterior, pues ensimismados en un fanatismo espiritual luchan por conseguir esa posición tan mística y TAN ELEVADA que terminan sintiendo que no pertenecen a este planeta y que no necesitan de nada de él, ni siquiera probar alimento. Me pregunto si acaso ¿esto sí causará una verdadera plenitud?.
Lo cierto es que, de una u otra forma, todos hemos transitado por pensamientos extremos en algún momento. Todas estas posturas son válidas y merecen respeto. De hecho, si en alguna de ellas habéis hallado un fragmento de plenitud, ya es un logro. Pero sospecho que para alcanzar esa felicidad tan anhelada necesitamos encontrar el equilibrio entre todas las facetas que nos complementan: la mental, emocional, física y espiritual.
En realidad me sorprenderé si habéis logrado sentir plenitud alimentando únicamente una sola faceta.
La búsqueda de ese equilibrio es una de las aventuras más valiosas que nos propone la vida. Merece toda nuestra atención. Porque, al identificar dónde está la carencia, descubrimos también por dónde se desajusta la armonía.
Os confieso algo: yo no puedo considerarme dichoso si me siento desequilibrado. No disfruto de mi salud si no tengo un plato de comida sobre la mesa o un hogar cálido y pacífico a donde llegar, si no tengo a mi mujer a quien abrazar, no salto de alegría si no tengo un abrigo para protegerme del frío, no puedo saborear la abundancia si no tengo con quién compartirla, ni sentirme pleno si no experimento un amor sincero por los demás. No me siento feliz si no soy capaz de tender la mano a quien lo necesita, eso es básico y lo primero. Y por supuesto, no hay felicidad posible si mi cuerpo sufre un dolor insoportable.
Sería muy deshonesto decir que me sentiría completo siendo rico en una faceta y terriblemente pobre en todas las demás. Sería una mentira piadosa —pero mentira al fin— decir que me siento completo siendo rico en una faceta y tan miserable en las otras.
Vale la pena, de verdad, comprender esta diferencia tan vital... y luchar por ese equilibrio.
Os lo deseo de corazón.
Un abrazo inmenso,
–Manu Paqué–
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