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Ningún Colegio del mundo nos enseña...

  • Foto del escritor: by Manu Paqué
    by Manu Paqué
  • 10 jun
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 17 jul


¿Hace falta un título para hacerse rico?
Ningún Colegio del mundo nos enseña
@manupaque

Anda que algunos haters me van a querer comer…y con patatas. Y yo aquí, tan tranquilo, echando semillas en vez de bilis. Porque voy a intentar explicar este pelotazo que he dado. Tranquilos, que al final comprenderéis todo.


Quién no se ha rallado alguna vez con esta presión interna, de…¿Se puede uno hacer rico sin tener media docena de másters o, por lo menos, un título universitario para colgar en el salón? Normal que te lo preguntes. Es de las preguntas que te asaltan cuando te paras un momento a mirar tu cuenta, tus actividades y tus decisiones… y a veces dices: madre mía, ¿cómo he acabado aquí?


Yo, con mis más de 40 añazos trabajando, creo que ya podría escribir un par de libros con la de cosas que me han traído hasta aquí. Y sí puedo decirte algo: casi ninguna tiene que ver con coleccionar diplomas.

Sí, se puede. Sin rodeos.

Lo han demostrado tipos como Bill Gates, uno de los hombres más ricos del mundo, quien abandonó la universidad para seguir su pasión; Zuckerberg, que hizo lo mismo para inventar su juguete digital; -la Red Social más influyente del planeta-, Richard Branson, que con 16 años ya estaba montando su negocito. Steve Jobs, Ralph Lauren… y tantos otros que se saltaron el guión.


Pero hey!, CUIDADO‼️, jóvenes, -OJO-, que de ninguna manera os quiero incitar a dejar los estudios, vamos aclarando, que ya veréis que no va por ahí; la preparación es fundamental, sobre todo la básica, es la llave de muchas puertas que os llevarán a su destino principal. Lo que quiero que me pilles es que la riqueza no te la dará el título por sí solo, sino cuando descubras -primeramente- para qué eres bueno, y entonces desde ahí, te dirijas de manera puntual y eficaz a tus sueños.

Pero insisto: debemos enfocarnos minuciosamente en una preparación más efectiva que nos lleve a apasionarnos y perfeccionarnos en nuestros sueños, y desde ahí crear esa abundancia.


No es lo mismo "no sentir agrado por el Colegio", a "no tener agrado por la EDUCACIÓN"

Los Millonarios estudian muchísimo más de lo que imaginas, (y mala noticia, -eternamente-).


La educación ideal no siempre vive en un aula ni lleva sello oficial. Lo que cuenta es la cabeza, la disciplina, la constancia y las ganas de aprender.

Pero, seamos honestos, ser expertos en... ¿Historia?, (memorizada como papagayo)...vámos, qué... conocer el pasado nos ayuda a no repetirlo, dicen, pero tanto como aprender de memoria las batallas, las fechas exactas y los nombres de diez reyes francos… no es precisamente lo que salva tu cuenta bancaria. Créeme. ¿Química?, A menos que termines siendo científico o cocinero molecular, difícilmente en tu día a día te ayudará saber de átomos y electrones, o de las propiedades del benceno. En cambio, una buena clase sobre cómo leer etiquetas de productos y no intoxicarse con el detergente… eso pues, por lo menos sería útil.

¿Trigonometría avanzada?, Geografía Política del siglo pasado..., mmm, no me convence. Todo esto es perfecto, cuando te vas a dedicar a algo referente a ello, -por supuesto-, pero los simples mortales perfectamente iremos aprendiendo lo necesario en las lecturas del día a día.


En cambio, dónde quedaron cosas como: la educación financiera, la ética, la inteligencia emocional, cómo negociar, cómo emprender, cómo INVERTIR, cómo gestionar un fracaso,… brillan por su ausencia.

Pero eso sí, a todos nos obligaron a saber cuál fue la batalla de Lepanto y cómo se calcula la densidad de un sólido irregular. Porque, claro, eso nos ha salvado el cuero tantas veces… ¿no?


Quien llega lejos suele ser quien ama lo que hace, quien descubre su talento y le mete horas hasta que lo convierte en algo grande.

Y sí, esa gente, aunque no tenga títulos, lee más, se forma más y se curra más las cosas que muchos universitarios.


Hay una frase que no falla: no te vayas a la cama sin haber leído algo. Eso enriquece más que cualquier cartón con tu nombre. Es la llave que abre la mente… y, de paso, te da opciones. Porque, al final, los que de verdad se preparan y se centran suelen tener las mejores ideas, y acaban siendo los jefes. O dicho con menos finura pero más verdad: los que mandan sobre tu tiempo.


Así que la pregunta no es si necesitas un título para hacerte rico. La pregunta es si tienes las narices y las ganas de aprender lo que haga falta —en una facultad, en un libro o en la calle— para dejar de vender tu tiempo al primero que pase.




Te dejo mis recomendaciones prácticas:


No confundas colegio con educación. Ir a clase no te garantiza aprender nada útil si no le echas ganas. Y, al revés, puedes aprender una barbaridad aunque no pises una universidad en tu vida. La clave no está en coleccionar papeles, sino en tener hambre de aprender.


Aprende de quien ya está donde tú quieres estar. No todo está en los libros ni en las aulas. Observa, pregunta, imita a los que ya lo han conseguido, y adapta lo que te sirva.


Lee todos los días, aunque sea un rato. Esto es sí o SÍ. Un libro, un buen artículo, algo que te despierte la mente antes de dormir. Eso, a la larga, pesa más que cualquier diploma y te abre puertas que ni imaginas.


Viajar te enseña lo que no sale en los libros. Con 28 Países recorridos, ya te lo puedo contar, no existe nada que te de más sabiduría de vida, que viajar. Puedes leerte veinte enciclopedias sobre París, pero hasta que no te pierdes en sus calles no lo entiendes de verdad. Llegas creyendo que lo sabes todo y acabas dándote cuenta de lo pequeño que eres. Y oye, eso sienta fenomenal. Vuelves siendo otro, en absoluto, no importa si el viaje ha sido a 10.000 kilómetros o al pueblo de al lado: si lo miras con ojos abiertos, siempre vuelves un poco cambiado. Siempre lo digo, los viajes deberían ser una educación OBLIGADA.


Invierte más en tu mente que en tu imagen. Las apariencias dan para un rato. La cabeza bien amueblada te da para toda la vida, -y, además- te dará para todo lo que quieras.


Descubre lo que te gusta y perfecciónalo. El talento por sí solo no basta. Hay que currárselo, echarle horas, fallar y volver a intentarlo hasta que lo tuyo brille de verdad.


No confundas estar ocupado con estar avanzando. Hay gente que se mata a trabajar y no se mueve ni un centímetro.


Trabaja en lo que te acerca a tu meta no solo en lo que llena el calendario (pa’ lucir ocupado).


Deja de vender tu tiempo barato. El objetivo final es que tu tiempo valga más y que seas tú quien lo mande. Para eso hace falta aprender, centrarte y preparar el terreno para no ser siempre el que obedece.


No pares de moverte. No hay nada más peligroso para un sueño que quedarse esperando a que alguien te dé permiso o te lo ponga fácil. Ponte en marcha aunque no sepas todo aún.


Las notas no miden tu valor. Que no te engañen: un suspenso no significa que seas un inútil ni un diez que seas un genio. El talento no siempre cabe en un examen. No esperes a que te den la palmadita en la espalda. Las felicitaciones están sobrevaloradas. Tú haz lo tuyo, bien hecho y con orgullo, aunque no te aplauda nadie.


No midas tu éxito con la regla de otro. Cada uno tiene su camino y su ritmo. Compararte es como correr una maratón mirando de reojo: acabas tropezando.


Rodéate de gente que sume, no de los que te chupan la energía. Esta es MUY IMPORTANTE. Si tu entorno son todo quejicas, tóxicos y envidiosos… mal vamos. Busca quienes te espabilen y te animen a tirar pa’lante, a ser mejor, o te acompañan hacia lo que sueñas, o te arrastran a donde no quieres estar.


Recuerda, el Colegio te enseña a aprobar exámenes; la vida, a no suspenderte a ti mismo. Al final, no te juzgarán por los títulos que cuelgan en tu pared, sino por lo que has sido capaz de aprender, de crear y de aportar cuando ya no había nadie corrigiendo tu redacción. Así que no te quedes en la silla del aula esperando permiso: sal ahí fuera y demuéstralo.


- Manu Paqué -






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